
Esto no es por ponerme serio, pero van a ver que esto es muy serio porque ocurrió en un pueblo de la Argentina, hace nueve años. Y aunque tiene ribetes casi de película, somos muy pocos los que conocemos la historia.
El pueblo es Mendoza, qué otro. Y la historia es la de una pareja de diseñadores, ella y él, que tenían en común, entre otras cosas de menor interés para la historia, a los Smashing Pumpkins. Los dos morían por la banda de Billy Corgan.
Entonces, esta historia que aquí les cuento, que bien digo que tiene nueve años de antigüedad, empezó hace 10 años en realidad: en 1998, cuando Darío y Gabriela fueron a ver a los Smashing Pumpkins a Chile. Probablemente parezca un detalle inconexo para el hecho de la Revista Zero, pero yo creo que no.
La noche del 19 de agosto de 1998, Darío y Gabriela están dentro de la Estación Mapocho, en Santiago de Chile, a menos de 4 metros de Billy Corgan.
Un año más tarde, el 18 de noviembre del ’99, aparece en todos los kioscos de Mendoza la revista Zero, revista de rock local, teatro local, cómics locales, cuentos y otros asuntos de nuestra tierra dirigida y diseñada por Darío Manfredi y Gabriela Góngora. “Zero”, como un tema de los Smashing Pumpkins. Y en la tapa del número cero, Billy Corgan, quién más.
A fines del año 2000 llegan al número 12. En el 2001 publican el número 21 justo cuando De La Rúa se sube al helicóptero. El número 22 fue un parto sacarlo. El país se venía a pique, alguien había sacado el freno de mano. Pero sale; entre fines y comienzos de año lo sacan. Reman en el dulce de leche repostero que fue el coletazo del corralito, y una vez que se estabilizan, siguen.
Así llegan a este 2008. Nueve años, 67 números. No hay banda mendocina que no haya pasado por sus páginas. Cuatro presentaciones de los Premios Zero al Rock Mendocino, evento que reúne cuatrocientas almas dentro y en los alrededores del Teatro Quintanilla una vez cada dos años, premiando lo mejor de la producción local. Un programa de radio. Nueve años de laburo independiente. Un subsidio, sí… pero si no se lo daban se armaba el rockanroll.
Nueve años difundiendo el rock local. Nueve años de una revista en el mismo pueblo donde tantos otros proyectos editoriales dejaron su huella.
Escribo en Zero desde el primer número. Y he sido el anfitrión de las tres últimas entregas de los Premios Zero. Algo así como el Silvio Soldán mendocino, pero sin peluca.
Estar en un equipo editorial con más de 9 años de antigüedad, gozando de la libertad de publicar hasta mis ocurrencias más exóticas, no sólo me llena de orgullo: es de lo mejor que me ha pasado en la vida. Como hacer teatro, como tocar la guitarra y cantar. He podido expresarme sin límites. Y eso no tiene precio.
A los Manfredi-Góngora, mis gracias totales.
Estoy en una revista que ha sacado 67 números… en Mendoza. Algo casi increíble. La revista de rock local. La revista local que más se ha mantenido en el tiempo. La única.
Nos gana la Primera Fila, pero esa ni cuenta.
6 comentarios:
Dos Dandys, dos genios, dos amigos de siempre. Pela: uno de mis mas imborrables recuerdos es de aquella toma por asalto de una FM en la que nos permitiste todos los "actos de locura" que se nos venían a la mente. Tom Waits de cortina, por ejemplo.
Y está bien el nombre: ZERO. En Mendoza hay que ser un kamikaze para llegar a logros semejantes. Por muchos más, Salud.
Adhiero mis saludos al matrimonio Manfredi -Góngora y que sean 67 números más!!!!!
En serio Iñaki?
Guauuuu... Gracias.
Chupamedia!!
Digamos que fui parte de la revista Zero durante unos pocos números, al principio de su historia. En una "errata deliberada" de los editores, mi nombre siguió apareciendo en el staff varios números, por más que yo ya no colaboraba.
Han pasado años y cuando, muy de vez en cuando, me encuentro con el Darío o con la Gabriela y nos saludamos y charlamos durante no más que un par de minutos, me hacen sentir como entonces: un poco presente a pesar de no estar.
¿Gracias a nosotros?, dejate de joder; debe haber más de un medio que mataría por tenerte en su staff. ¡Gracias a vos, Negro! Eso sí, el día que te agrandés y dejés la Zero por escribir en Rolling Stone, olvidate que somos amigos.
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